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Los sueños son clandestinos salvo para el valiente

viernes, 1 de abril de 2011

Durmiendo una siesta porteña

Dos clases de buenos aires:
Los que vienen de Europa y USA. Altos edificios
ajardinados o prepotentes mansiones, rubias y bronceados, caniches delegados a la hora de la labor de la excreción.

Luego los aires reales, menos buenos, dependiendo de quien los sienta y olfatee y en función de la velocidad (ya viento), la fuerza con que abaten. Entonces, sólo entonces,serán malos. La boca extra-icónica, el interior de la villa; unas chabolas, familias enteras al azar de la calle; sardineras colectivas, indispensables propinas, tecnologías en el horizonte; las pancartas de los desaparecidos de mayo.

También aquí (lugar) me acompañas por la noche. Se me antojan las diastancias. Ahora asumo que la unión es imposible. No utopía, ya sería algo manque sueño. Fue bonito pero adiós, he topado con los pies en el suelo, he olvidado levitar. Perdona las molestias. ¡Tú!

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