Evasión de la mirada al sujeto en cuestión, cuya trayectoria se vuelve múltiple y recae en terceros. Estos últimos, normalmente de trasero descubierto, se aproximan en físico al canon perfecto de belleza. Una vez arribado el objetivo del oteo, los lazos sentimentales menguan sustancialmente, dando paso a un estadio de burla y despreocupación por el sujeto. La carga mental abusiva generada en éste aumenta exponencialmente al resultado de la fase, bloqueando de manera directamente proporcional la capacidad de reacción ante incentivos externos de cualquier índole. Como resultado final obtendremos el fracaso del agente llamado sujeto, el éxito del mismo sujeto y el observador, siendo ajenos los terceros, normalmente de trasero descubierto y que se aproximan en físico al canon perfecto de belleza.
En el autobús, aparcado en una estación de un pueblo común, con sus cerchas y sus cubiertas metálicas, sin aislamiento térmico, malo para este invierno; te ubicas delante mía sin querer verme. Reclinas el asiento al máximo, intentando golpearme bruscamente, aunque no lo consigues. Mientras, los demás se dirigen a mí, no oigo más que voces opacas, sin distinguir de quién proviene cada una de ellas. Creo que me preguntan "¡¿Qué tal todos estos años?!". Sólo puedo pensar, pensar en lo que acabas de hacer. De nuevo.
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