La solución de Ellie

Me sentía frustrada. Podía haber contestado todo aquello, porque lo sabía. Llevo trabajando así todos estos años. La pregunta requería una contestación sencilla a mi entender, mas la respuesta oficial era mucho más extensa. Nos han educado en la síntesis del conocimiento como virtud. Pero el Indisciplinado Mayor del Feudo exige a los súbditos se expriman tanto como puedan; es decir, en el vómito del conocimiento como valor. Vómito ordenado según dogma. Y es que la culpa es mía, soy tonta. Fracasada. Ser ajena a lo políticamente correcto me devalúa. La culpa es mía, soy tonta.


-¡Señorita Ellie...!
-Ellie a secas - me rebelo.


Me siento de vuelta al internado. Nos tratan como a púberes. Recuerdo ser por aquel entonces la más disciplinada de todas ellas, de todos ellos. Clases, Comida, Deberes, Ensayo, Saxofón, Cena, Deberes... dormir. Recuerdo por aquel entonces a todas ellas, a todos ellos, haciendo volar sillas y mesas por los aires, fumando canutos en los descansos oficiosos, insultando a la autoridad. Yo ponía orden en todo aquello. Y como eran mis amigas, eran mis amigos, mediaba, hablaba. Intentaba entender que el animalismo humano podía ser causa de la superproducción hormonal. Era consciente que el humanismo animal me gratificaba con la estabilidad emocional.


Al salir del local, cerrar la puerta, mi primera impresión siempre es haber abandonado el internado. Un día les trataré como ellos me tratan a mí. Les trataré como si estuviésemos en mi pasado. Algo que tengo claro es que no me comportaré como la disciplinada que era. Seré tan bruta como lo eran ellas, lo eran ellos. Y una vez extinguido el último conato de cordura, no será la revolución la que marque el ritmo: sino la evolución.




En el último sueño no estabas tú. Tampoco tú. Sí una mujer. Ellie. Año 2032.