Cañí

Una persona lee y descifra de aquí (hoy, dimensión) cuán seguro estoy de que le voy a decir mi nombre completo, mi nombre completo [·stop·]

No me llamo así, no me llamo así; siempre te equivocas.

Un escenario apocalíptico.

Cada hijo, una madre.

-Oiga señor, un culín de vozka, dos hielos, y nada de limón, sin más mariconadas.
-Ahora mismo señor, ¿se lo sirvo en la mesa?
-No hombre, prefiero la barra. Usted sabe, he llegado a este (permítame) tugurio con un sombrero de copa. Así lo revalorizo. ¡Fíjese si soy yo un buen tipo! ¡Fíjese qué generoso soy con usted!
-Discúlpeme no me había percatado.
-No se preocupe. Por cierto ¿por qué este olor aceitoso?
-Compréndalo, mi humilde cliente, los energúmenos (he de calificarlos en bajo, me dan el pan de cada día) lo solicitan mientras están atentos al partido.
-Ah, el fútbol, qué plebeyo deporte. ¡Yo practico el golf! Pero ya sabe, nada del campo en el centro de la ciudad, pertenezco al club del aeropuerto. ¿Y usted? ¿Practica alguno?
-No señor, el bar me tiene atado y bien atado. He de alimentar a mis tres hijos y mi mujer tampoco gana mucho en su trabajo. ¿Es que usted tiene hijos? Su vozka, señor.
-¡¡¡PERO COMO OSA PREGUNTARME ESO!!! ¡Por supuesto que no! Soy un caballero, todo un playboy. Me acuesto con jovencitos que buscan a un ricachón como yo para solucionar su vida. ¿Pero sabe qué? No me dejo engañar por su piel aterciopelada, por su olor a hombres recién hechos. ¡No voy a dejar yo de acostarme con quien quiera en el momento que me apetezca! Hmmm... Esto está sublime: ¡SIRVAME EL TERCERO!
-Señor, el segundo.
-No, mi estimado servidor, no es el segundo. Vengo de otro antro, he de serle sincero. Pero no es tan desastroso como éste, mírelo. Observe mi sombrero, soy más caballero aún.
-Cierto señor. Cierto. ¡Muchas gracias!

No seré eso, no seré eso. Vente.

Un escenario imprevisto.

Sin hijos, sólo ¡tú! ¿Lo hacemos?


-Un vozka, sin hielo. Hmmm...